El cultivo de aromáticas, buenas perspectivas ante el aumento demanda mundial

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La demanda mundial de plantas aromáticas y medicinales aumenta para atender las necesidades de las industrias alimentaria, farmacéutica y cosmética

plantas aromáticas y medicinales

España cuenta con especiales condiciones climáticas para el cultivo de plantas aromáticas. / Archivo

El cultivo de plantas aromáticas y medicinales (PAM) tiene interesantes perspectivas de crecimiento, puede adquirir relevancia económica y fomentar el desarrollo rural, sobre todo, ante el aumento de la demanda mundial para atender las necesidades de las industrias alimentaria, farmacéutica y cosmética.

A pesar de que su producción está muy atomizada, lo que dificulta en ocasiones su desarrollo empresarial, la apuesta por el modelo cooperativo puede ser un revulsivo para este sector, según varias fuentes consultadas por Efeagro. Destacan su potencial, ya que España cuenta con especiales condiciones climáticas para su cultivo y logra producciones de gran calidad, reconocidas en los mercados nacional e internacional.

La experta Eva Moré, del Grupo de Plantas Aromáticas y Medicinales del Centro Tecnológico Forestal de Cataluña (CTFC), asegura que se trata de un sector que “siempre ha tenido potencial”, a pesar de las dificultades por la falta de estructura cooperativa que facilite la transformación y la venta del producto.

El modelo cooperativo, la colaboración y la innovación son cruciales para aprovechar sinergias, estructuras, modelos de producción y de comercialización —aprovechar la economía de escala— para así conseguir mejores precios, como han manifestado desde la valenciana Aroplantas o la castellanoleonesa Cocope.

Desde la Asociación de Productores de Plantas Aromáticas y Medicinales (Anipam) se reconoce que se trata de un sector con una producción atomizada, casi inexistente en muchas regiones, por lo que apuestan por el cultivo tecnificado, que puede ser una alternativa rentable y sostenible frente a la recolección silvestre.

Recopilar datos sobre este “microsector” es complicado debido a esa atomización y a la gran diversidad de especies botánicas y modelos productivos (recolección silvestre frente a cultivo; secano o regadío; monocultivo o cultivo mixto).

Según el Anuario de Estadística Agraria (2015) en España hay unas 19.773 hectáreas dedicadas a plantas aromáticas y medicinales, entre las que cabe mencionar 2.514 Ha de lavanda y lavandín; 1.747 Ha de pimiento para pimentón; 3.594 Ha de anís; 515 Ha de lúpulo; 170 Ha de azafrán; 76 Ha de achicoria; 67 Ha de regaliz; 46 Ha de menta; 7 Ha de comino y 11.037 de otras industriales (incluye sobre todo adormidera, para la farmacéutica).

En producción ecológica —un modelo de negocio a tener en cuenta ante la creciente demanda bio— la superficie destinada a plantas medicinales, aromáticas y condimentarias rondó las 9.000 hectáreas en 2017, según los últimos datos del Ministerio de Agricultura. De ellas, dos terceras partes están en Castilla-La Mancha (casi 6.000 hectáreas), a la que siguen Aragón (1.029 Ha), Murcia (870 Ha) y Andalucía (527 Ha), entre otras.

El mercado de las plantas aromáticas y medicinales tiene varias salidas, en función del producto final: plantas medicinales (herboristería); hierbas y especias (condimentos alimentarios); aceites esenciales (perfumería o cosmética); extractos (farmacéutico-medicinal y aditivos para la industria alimentaria); y material vegetal en fresco (agroalimentario).

En cuanto a la estructura de esta industria, Moré explica que en la zona del Levante proliferan más las pequeñas empresas frente a las más grandes del centro y sur de la Península.

Dedicarse a este negocio no resulta fácil y las ideas iniciales sufren cambios cuando se sale al mercado, tal y como explica uno de los impulsores de la cooperativa Aroplantas, el ingeniero agrónomo Leopoldo Sánchez, que empezó hace casi 20 años con la clara idea de “volver al pueblo” para dedicarse al cultivo de aromáticas.

“Conforme vas avanzando, crecen los enanos, vas cribando los problemas y no haces tanto lo que quieres o pensabas hacer, sino lo que el mercado te demanda y, al final, encuentras una forma de trabajar”, que, en el caso de la valenciana Aroplantas, ha sido la diversificación y la innovación.

Esta cooperativa cuenta con un vivero de unos dos millones de plantones, sobre todo de tomillo, lavanda y romero que tienen “una interesante salida en las autovías, en las que se ponen muchas aromáticas, porque son plantas de secano muy resistentes que requieren de poco mantenimiento”.

También cultivan unas 50 hectáreas propias con destino, principalmente, a aceites esenciales, pero además colaboran con otros agricultores —porque “solo no se puede trabajar en esto”— a los que cosechan y destilan la materia prima.

Para facilitar el trabajo y evitar el transporte de todo el material vegetal a una destiladora fija, Sánchez ideó una destiladora móvil, ya que para obtener por ejemplo una media de 10 litros de esencia son necesarios 1.000 kilos de material vegetal que así se transporta más cerca y su huella de carbono es menor.

Desde la Cooperativa Cocope, constituida en 1968 en Peñafiel (Valladolid) con más de 650 socios y socias agricultores, señalan que hace 20 años diversificaron hacia el sector de las plantas aromáticas con la plantación de más de 300 hectáreas de lavandín, romero y espliego y la construcción de una destilería de aceites esenciales.

También en este caso la colaboración es esencial y se aprovechan las infraestructuras existentes, ya que la Asociación de Plantas Aromáticas y Medicinales de Palencia (Apapam) lleva la materia prima de algunos de sus socios a destilar a Cocope. De esta forma, “la destiladora funciona durante mes y medio”, de lo contrario, señalan desde Cocope “en prácticamente una semana destilábamos toda la materia prima de nuestros socios”.

A juicio de Moré hay que apostar por el modelo cooperativo, pero también hace hincapié en que hay que potenciar la formación. “Es necesario formar a los productores” en aspectos muy diversos, “para que puedan ser suficientemente competitivos con producto de calidad”, según Moré.

Así, apunta que desde el CTFC “coordinamos un proyecto europeo Erasmus+ para crear una formación específica de artesanos elaboradores de productos alimentarios con PAM (Herbartis)”, que sirvió para poner en contacto a diferentes emprendedores que “hoy en día aún colaboran y comparten información”.

La Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE) acaba de impartir un curso sobre el manejo agroecológico de aromáticas y medicinales y Anipam realizará otro en septiembre sobre el cultivo sostenible de la lavanda e innovaciones en la agricultura de precisión.