Eva Castillo: “Hay momentos duros al sentirme sola en un mundo muy masculino”

DECCO PEPITA

Tras dejar su vida como profesora, Eva Castillo volvió a Morata de Tajuña (Madrid) para ponerse al frente del olivar familiar

Día Internacional de la Mujer Rural

“Al ser mujer hay cosas que consideran que no eres capaz de hacer, por desconfianza y porque es necesaria la fuerza física”. / ARCHIVO

Eva Castillo decidió dar carpetazo a su etapa como profesora en París y Barcelona para volver a Morata de Tajuña (Madrid) con el fin de ponerse al frente del olivar familiar: no se arrepiente pero reconoce que hay momentos “duros”, especialmente cuando se siente “sola en un mundo muy masculino”.

Con 48 años, lleva dos dedicándose al campo, por lo que ya ha superado dos campañas de aceite marcadas por los bajos precios: ella como el resto de los agricultores también está sufriendo esta crisis, relata a Efeagro.

Pero más allá de los problemas que aquejan al sector primario, Eva hace frente a otras singularidades por el hecho de ser mujer en este ámbito: “Al ser mujer tienes que demostrar el triple” porque “hay cosas que consideran que no eres capaz de hacer, por desconfianza y porque es necesaria la fuerza física”.

Eva tiene que enfrentarse a bromas y comentarios que “no me hacen gracia”, especialmente por personas mayores que la tratan con “mucho paternalismo” que, subraya, no le hace falta y “acaba molestando”.

“Si hay reuniones en las que hablo, el silencio del resto dice mucho. No en todos los hombres del pueblo pero, en muchas ocasiones, siento que no pinto nada” a pesar de que también cuenta con “aliados”.

A pesar de ello, está “muy contenta” con la decisión que adoptó y se ve con ganas de seguir adelante e incluso de avanzar en su negocio apostando por tipos de producciones como el olivar ecológico. De hecho, cada vez hay más mujeres titulares o jefas de explotaciones agrícolas.

Su principal reivindicación de cara al 8M es, en realidad, un deseo: que las mujeres “dejen de pedir permiso para cualquier cosa. No necesitamos permisos, no necesitamos la aprobación o que nos apoyen los hombres. Basta ya de no creérnoslo”, concluye.