Inmaculada Sanfeliu: “De talibanes medioambientales, políticas hipócritas y doble moral”  

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La Presidenta de Intercitrus y del Comité de Gestión de Cítricos, Inmaculada Sanfeliu, opina sobre el Paco Verde Europeo y el Reglamento sobre el Uso Sostenible de Productos Fitosanitarios

Inmaculada Sanfeliu (*)

Desde que en 2020 se adoptara el Pacto Verde, los agricultores deberían ser cada día más conscientes de que el lugar en el que se debate su futuro es Bruselas. Y también de que, en ese juego de decisión compartida entre la Comisión (CE), el Parlamento Europeo (PE) y el Consejo, todos tienen un papel relevante. Los productores, cuando voten dentro de un año en las elecciones al PE, deberían conocer cómo se juega la partida en la UE y la trascendencia de su decisión de voto.

La propuesta de la CE de Reglamento sobre el uso sostenible de productos fitosanitarios está ahora mismo en fase de negociación en Bruselas. Originalmente plantea, entre sus principales objetivos, la reducción del uso de plaguicidas en un 50% y el uso de fertilizantes en un 20% antes de 2030, en línea con los objetivos “políticos y no refrendados por un estudio de impacto” anunciados por el ejecutivo de Von der Leyen, recogidos en la Estrategia de la Granja a la Mesa. También recoge la aplicación del control integrado de plagas como una alternativa y la prohibición del uso de pesticidas en áreas sensibles.

La Comisión de Medio Ambiente y Salud Pública del Parlamento Europeo aprobó el 24 de octubre el proyecto del Reglamento de Uso Sostenible de Productos Fitosanitarios elaborado por una eurodiputada de Los Verdes. Pese a no presentar tampoco ningún estudio de impacto, contempla restricciones que van aún más lejos que la propuesta de la CE, ya muy alejada de la sostenibilidad económica y social 

La Comisión de Medio Ambiente y Salud Pública del Parlamento Europeo (COMENVI) aprobó el pasado 24 de octubre el proyecto de informe del Reglamento sobre el Uso Sostenible de Productos Fitosanitarios (SUR) elaborado por la eurodiputada austriaca de Los Verdes (¡!!), Sarah Wiener. Con 47 votos a favor, 37 en contra y 2 abstenciones, el texto votado en esta comisión contempla unas restricciones en el uso de los fitosanitarios que van aún más lejos que la propuesta inicial de la CE, que ya estaba completamente alejada de la sostenibilidad económica y social de las explotaciones agrarias, y no tenía en cuenta los intereses de agricultores y consumidores. La propuesta de la COMENVI, que tampoco está respaldada por ningún estudio de impacto a nivel europeo, pasará ahora a la sesión plenaria del PE del 20 al 23 de noviembre en Estrasburgo, donde se someterá a votación y donde es probable que los debates se vuelvan a instrumentalizar políticamente y se polaricen hasta el extremo.

La COMENVI pretende rebajar el uso de productos químicos en la agricultura en la UE en base a los siguientes nuevos objetivos:  reducir al menos a la mitad el uso de pesticidas en toda la UE, tomando como referencia el promedio de los años 2015 a 2017; a nivel de cada país se fijan objetivos de reducción obligatorios que dependen de cuánto se haya utilizado de estos productos en el perIodo 2013-2017 en comparación con el promedio de la UE: si un país usó menos del 35% del promedio de la UE, deberá reducir un 15%; si el uso estuvo entre el 35% y el 70% de la media de la UE, la reducción requerida es del 35%; si el uso estuvo entre el 70% y el 140% de la media de la UE, la reducción será del 50%; si un país usó más del 140% del promedio de la UE, deberá reducir un 65%.

En relación a los pesticidas considerados más peligrosos, los objetivos de reducción a nivel nacional son del 25%, 50%, 65% y 80%, dependiendo de los mismos umbrales. La UE también establece un objetivo obligatorio del 65%, considerando el promedio entre 2013 y 2017.

¿Sostenibilidad económica?

Ni la propuesta de la CE ni la de la COMENVI tienen en cuenta la sostenibilidad económica y social de la agricultura para alcanzar la sostenibilidad ambiental. Además socavan la capacidad productiva, especialmente mediterránea, estableciendo condiciones imposibles para producir en las zonas sensibles, define objetivos inalcanzables en los plazos establecidos o con coste inasumible para las explotaciones, y concreta la prohibición de materias activas sin disponer de alternativas viables para los cultivos.

Los estudios realizados sobre la propuesta de la CE apuntaban ya a recortes importantes de la producción, lo que afectaría gravemente a nuestra autonomía estratégica. En el contexto agrícola, económico y geopolítico actual, esta decisión de la COMENVI revela una cierta frivolidad.

Se hace necesario adecuar ritmos y plazos para obrar los cambios necesarios para hacer posible avanzar en la sostenibilidad sin poner en riesgo la producción de alimentos suficientes, asequibles y desde estructuras productivas económica y socialmente viables además de medioambientalmente sostenibles. Y los plaguicidas son imprescindibles para la producción agrícola, tanto bajo los sistemas convencionales de agricultura, como bajo otros como la integrada o la ecológica. Sin el uso de plaguicidas muchos cultivos no serían factibles, o bien, los productos cosechados no podrían mantenerse almacenados.

Para mitigar los riesgos de efectos adversos no deseados del uso de plaguicidas sobre la salud humana y el medioambiente, existen Límites Máximos de Residuos (LMRs) establecidos a un nivel muy inferior a los límites marcados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). No son límites de toxicidad sino el resultado que un buen agricultor puede conseguir en su cultivo si realiza correctamente su labor. 

Adicionalmente, la gran distribución europea exige a las producciones comunitarias de cítricos limites mucho más restrictivos que la normativa vigente en la UE. Ejemplos: solo aceptar un porcentaje máximo del LMR vigente para cada plaguicida (un 70%, 50% o incluso un 33% máximo del LMR vigente, según la cadena de supermercados y su protocolo de exigencias a sus proveedores), exigir una suma máxima de LMR’s por muestra en porcentaje (un 80% máximo de suma de LMR’s por muestra), o un porcentaje máximo de la ArfD (Acute Reference Dose, dosis de referencia aguda) vigente para cada plaguicida (un 80% o hasta un 50% máximo), e incluso una suma máxima de ARfD’s por muestra en porcentaje, o un número máximo de sustancias activas por muestra (normalmente entre 3 y 5), llegando en ocasiones hasta determinar extraoficialmente una “lista negra” de plaguicidas prohibidos bajo su criterio.

A estas alturas ni la sociedad en general, ni los agricultores cuestionan la necesidad de implantar prácticas de uso sostenible de fitosanitarios; promover la gestión integrada de plagas; y utilizar técnicas alternativas a los fitosanitarios como el control con agentes no químicos.

Avances con la gestión integrada

Desde 2009, y con la publicación de la Directiva de Uso Sostenible de Productos Fitosanitarios, todos los Estados miembros de la UE deben velar por el cumplimiento de sus objetivos, entre ellos la reducción de los riesgos y efectos del uso de plaguicidas para la salud humana y el medioambiente, y la promoción de la Gestión Integrada de Plagas y los métodos y técnicas alternativas, como los medios de control no químicos. La directiva fue transpuesta al ordenamiento nacional a partir de dos Reales Decretos (RD) de 2011 y 2012 que regulaban las inspecciones periódicas de los equipos de aplicación de productos fitosanitarios y establecían el marco de actuación para conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios. En diciembre de 2022 se publicó un nuevo RD de uso sostenible de fitosanitarios con el que se dio un paso más en esta estrategia, en la que la agricultura española lleva tiempo avanzando, con la gestión integrada de plagas como elemento básico para conseguir el objetivo de reducción del impacto de éstos. De hecho, la propia CE ha explicado que, con respecto al periodo de referencia de 2015-2017, el consumo actual de pesticidas se había reducido en un 33%, un 6% desde el año 2020. 

Frente a una nueva enfermedad, las soluciones a largo plazo vienen determinadas principalmente por la disponibilidad de material vegetal resistente o tolerante. Estos trabajos de mejora vegetal llevan mucho tiempo, sobre todo en especies leñosas. En ese punto no cabe sino felicitarnos por las Nuevas Técnicas Genómicas (NTG) —entre ellas el CRISPR— incluidas en el ámbito de la propuesta de la CE del pasado mes de julio. Las NTG son técnicas que pueden ayudar a obtener nuevas variedades vegetales mejoradas de manera más rápida y con mayor precisión que las técnicas clásicas de mejora genética, variedades resistentes al cambio climático, a las plagas, con más rendimientos o que necesitan menos fertilizantes o pesticidas. Son tecnologías que permiten modificar el genoma de manera precisa y eficiente, sin introducir material genético de especies no compatibles. Este factor es clave para diferenciarlas de las técnicas de transgénesis, utilizadas para obtener los conocidos como organismos modificados genéticamente (OMG).

Hipocresía

Este marco regulatorio cada vez más restrictivo anteriormente explicado contrasta con el riesgo y la tasa de introducción de plagas y patógenos exóticos en la agricultura europea (y, por tanto, en la citricultura comunitaria) que aumentan sin cesar debido a la globalización, la apertura total del mercado y el creciente impacto del cambio climático en la sanidad vegetal. Y la agricultura dispone cada vez de menos fitosanitarios químicos para combatir las plagas y enfermedades. Suma y sigue.

Los agricultores europeos son víctimas hoy como nunca de la gran hipocresía de las políticas de la UE: la disyuntiva entre la reducción de fitosanitarios químicos (menos herramientas y de menor eficacia) y la entrada constante de nuevas plagas y enfermedades. Por una parte, el Pacto Verde y la Estrategia de la Granja a la Mesa establecen una reducción sin precedentes en el uso de fitosanitarios químicos. Por otra, en un estudio recientemente publicado, se ha calculado que cada año entran unas 10 nuevas plagas y enfermedades en el territorio de la Unión. Con esta mayor presión de agentes nocivos y menos herramientas para hacerles frente, la sanidad vegetal evoluciona hacia un escenario de enorme inestabilidad.

Efectivamente, se acaba de publicar un artículo extraordinariamente interesante en la prestigiosa publicación Nature, Scientific Data, titulado ‘Un conjunto de datos espacio-temporales sobre las primeras introducciones de plagas de plantas en la UE y posibles vías de entrada’. El artículo recoge el trabajo realizado por un grupo de investigadores de la Università  Cattolica del Sacro Cuore de Piacenza (Italia), y de la Universidad de Padua, además del Dr. Antonio Vicent, responsable de la Unidad de Micología del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), coordinador del Centro de Protección Vegetal y Biotecnología de este centro desde 2021, vocal de la Sociedad Española de Fitopatología y actualmente miembro de Panel de Sanidad Vegetal de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).

El comercio mundial ha aumentado mucho en las últimas décadas, con el consiguiente riesgo de introducción de plagas no autóctonas. Las tendencias de introducción no muestran signos de saturación, y parece probable que en el futuro entren y se establezcan en nuevos territorios muchas más especies. El análisis de los patrones de invasión de plagas chocaba una y otra vez con la escasez de datos históricos sobre este asunto. No se disponía de un conjunto de datos completo y exhaustivo sobre las introducciones de plagas en la UE, incluida su aparición espacial, y la información estaba dispersa en diferentes fuentes o enterrada en la literatura científica. En este trabajo se ha recopilado información de bases de datos y literatura científica online sobre la introducción de plagas en la UE (por ejemplo, el año de introducción y la planta hospedadora). A continuación, se han recabado datos espaciales primarios relacionados con el lugar de las primeras introducciones. Y, finalmente, se han identificado las vías de entrada de cada plaga.

El conjunto contiene datos revisados por expertos sobre 278 plagas introducidas en la UE entre 1999 y 2019, junto con su presencia espacial (lugar de las primeras introducciones) y posibles vías de entrada. No contiene pues la distribución actual de las plagas detectadas, sino únicamente los registros de su primera introducción en la UE.

El comercio mundial está reconocido como uno de los principales mecanismos de las invasiones biológicas y con el aumento de los flujos comerciales internacionales, inevitablemente, ha aumentado tanto el número de invasiones como la magnitud de sus impactos. En particular, las vías asociadas al comercio son impulsoras clave de la entrada de plagas en la UE en todos los grupos taxonómicos, ya que representan los medios y rutas por los que las plagas no autóctonas logran entrar en nuevas zonas. El conocimiento de las vías de entrada es fundamental para prevenir o minimizar introducciones adicionales.

En cuanto a la situación reglamentaria actual de las plagas en la UE: el 80% son cuarentenarias, mientras que el 20% son no cuarentenarias reglamentadas. Entre las plagas primeras, el 42,5% figuran en el anexo II A (plagas de las que no se tiene constancia de su presencia en el territorio de la UE) del Reglamento de Ejecución (UE) 2019/2072 de la Comisión, el 30% en plagas del anexo B (que se sabe que están presentes en el territorio de la UE territorio) y el 7,5% en el anexo III (es decir, plagas cuarentenarias de zonas protegidas).

El establecimiento de un conjunto de datos sobre las primeras introducciones de plagas de plantas en la UE, que incluya el año de la primera notificación, la presencia espacial, los datos taxonómicos y las posibles vías de entrada, puede informar sobre las posibles tendencias futuras y reforzar la base de pruebas para la adopción de políticas fitosanitarias más eficaces y no sólo es importante para proporcionar una base científica sólida que evite futuras introducciones de plagas, sino que también es clave para avanzar en el conocimiento y control de las especies de plagas no autóctonas.

Del trabajo se concluye que cada año, de promedio, entran unas 10 nuevas plagas y enfermedades en el territorio de la UE. Los valores extremos también son ilustrativos, en un año se llegó a 25 nuevas introducciones. Este número, que se nos antoja muy elevado, se produce principalmente en el sur de Europa, lo que podría estar relacionado con su mayor temperatura y diversidad de cultivos. 

Y, respecto a la composición taxonómica de las plagas introducidas en la UE entre 1999 y 2019, predominan los artrópodos, con el 70,5% (196 de 278) de las especies introducidas, seguidos de los virus y viroides (10,4%, es decir, 29 especies de 278), hongos (8,3%, es decir, 23 especies de 278) y bacterias (4%, es decir, 11 de 278). Los artrópodos son más fáciles de detectar en las inspecciones, pero, por otra parte, su dispersión es activa y no solo pasiva, como en el caso de los patógenos.

La principal vía de entrada para todo tipo de plagas y enfermedades es “Plantas destinadas a plantar: Plantas ya plantadas y sin plantar, bonsáis, plantas acuáticas, plantas carnívoras”, seguida de “Otras plantas vivas: Flores y árboles cortados, ramas y follaje”, de “Frutas y Hortalizas” y de “Madera, corteza y madera de estiba”, por ese orden, y esquejes y semillas. Sin duda, el material vegetal propagativo supone el mayor riesgo de introducción de nuevas plagas y enfermedades.

EFSA, rosas y  ‘Falsa polilla’

Precisamente hablando de vías de entrada de plagas y enfermedades, tenemos un ejemplo muy claro y reciente y que nos afecta de lleno: se publicó el pasado 19 de octubre un informe de la EFSA en el que concluye que las rosas cortadas son una vía de entrada de la ‘Falsa polilla’ en la UE. La plaga se intercepta periódicamente en rosas cortadas y otros productos frescos importados en la UE desde sus zonas de presencia, como es el caso de los cítricos importados de Sudáfrica, para los que no se está verificando en la UE el cumplimiento del obligatorio cold treatment. A raíz de una pregunta de la CE sobre si la importación de flores cortadas de rosas en la UE podría constituir una vía potencial para la introducción de Thaumatotibia leucotreta, el Panel de Sanidad Vegetal de la EFSA realizó una evaluación cuantitativa del riesgo de plagas limitada a la entrada y el establecimiento de T. leucotreta, (‘Falsa polilla’).

La evaluación se centró en la vía de importación de rosas cortadas de las zonas donde se sabe que existe esta plaga y la probabilidad de introducción (es decir, entrada, incluida transferencia y establecimiento) en la UE. Este insecto polífago (que afecta a más de 100 géneros de plantas hospedantes en más de 50 familias botánicas) se encuentra en el África subsahariana y se ha extendido a Israel.

Se utilizó un modelo de vía de entrada para evaluar cuántos individuos de T. leucotreta sobrevivirían y emergerían como adultos a partir de desechos comerciales o domésticos en una región NUTS2 de la UE climáticamente adecuada en una estación específica. Este modelo de vía de entrada constaba de tres componentes: un modelo de distribución de rosas cortadas, un modelo de desarrollo de T. leucotreta y un modelo de desechos. Se consideraron cuatro escenarios de tiempo desde la eliminación inicial de las rosas cortadas hasta el tratamiento de los residuos (3, 7, 14 y 28 días). El número medio estimado de adultos que escapan cada año de las rosas cortadas importadas en todas las regiones NUTS2 climáticamente adecuadas de la UE varió de 49.867 (90% de incertidumbre entre 5.298 y 234.393) hasta 143.689 (90% de incertidumbre entre 21.126 y 401.458) para escenarios de 3 y 28 días. 

Suponiendo que, en promedio, se produzca un apareamiento exitoso por cada 435 polillas que escapan, el número medio estimado de hembras de T. leucotreta apareadas por año a partir de rosas cortadas importadas en todas las regiones NUTS2 climáticamente adecuadas de la UE variaría de 115 (90% incertidumbre entre 12 y 538) hasta 330 (90% de incertidumbre entre 49 y 923) para los escenarios de 3 y 28 días. La evaluación de la idoneidad climática, utilizando un enfoque de modelización demográfica de base fisiológica, identificó la costa que se extiende desde el noroeste de la Península Ibérica hasta el Mediterráneo como zona adecuada para el establecimiento de T. leucotreta. 

Además del establecimiento al aire libre en regiones climáticamente adecuadas, como afirma EPPO (2013), T. leucotreta podría pasar el invierno en invernaderos de otras zonas con producción hortícola. Considerando la entrada, la plaga ha sido interceptada con frecuencia en rosas cortadas y existen registros de observación de adultos voladores de la plaga en algunos lugares de la UE. 

Los resultados de esta evaluación cuantitativa del riesgo de plagas indican que las rosas cortadas proporcionan una vía para la introducción de T. leucotreta en la UE. Una hembra de T. leucotreta, que tiene una gama extremadamente amplia de plantas adecuadas para la oviposición y un mayor desarrollo larvario, probablemente encontrará huéspedes adecuados para la oviposición incluso durante el invierno en zonas climáticamente adecuadas. Debido a la extrema polifagia de los estados inmaduros de T. leucotreta, la disponibilidad de hospedantes no debe ser un factor limitante para el establecimiento en áreas climáticamente adecuadas. En general, se prevé una fuga regular de insectos plaga en el territorio de la UE, pero hasta ahora no ha dado lugar a brotes (aparte de algunas incursiones) en la UE, posiblemente debido al cambio relativamente reciente de la presión de las plagas en África hacia las rosas cortadas y el hecho de que gran parte del consumo de rosas cortadas en la UE se produce en regiones con menor idoneidad climática. Sin embargo, en la UE se han informado observaciones de adultos voladores. 

Doble moral con la importación 

Y, por si fuera poco, estamos imponiendo hoy condiciones a nuestros productores que no podemos exigir a los productores de países terceros originando un gran desnivel en las obligaciones que tiene como consecuencia una pérdida de competitividad de las producciones comunitarias. El escenario de aumentar la exigencia sobre cómo se producen los alimentos en la UE se produce mientras se siguen permitiendo que los productos importados entren en nuestro sistema alimentario sin cumplir las mismas condiciones, suponiendo una competencia desleal que pone en riesgo el mantenimiento de la producción europea y por tanto también alcanzar los objetivos establecidos para el sector.

Por ejemplo, el riesgo de los insecticidas clorpirifos y metil-clorpirifos para la salud de las personas que ha determinado y “justificado” la prohibición de su uso en la UE y la denegación de la autorización excepcional para combatir el ‘Cotonet de Sudáfrica’ ya no constituye tal peligrosidad cuando se trata de cítricos originarios de países terceros, en general, y de Turquía muy en particular tras detectarse de manera continuada residuos de clorpirifos y metil-clorpirifos sin que se produzca ninguna consecuencia, excepto el rechazo de la partida en cuestión, que no olvidemos es una muestra reducida del total importado. La UE ha perdido ya a los ojos de los productores comunitarios toda la credibilidad moral en materia de seguridad alimentaria y sostenibilidad porque es evidente que para la producción de cítricos en Turquía se emplean habitualmente plaguicidas con restricciones de uso o limitaciones de niveles de residuos permitidos/aceptados e incluso plaguicidas prohibidos en la UE.

Además de la falta de reciprocidad en las condiciones de producción, laborales, sociales, medioambientales, de seguridad alimentaria, … exigidas a este socio preferente, la impasibilidad de la UE pone en evidencia algo que todos sabemos: cuando se trata de intereses económicos y/o geopolíticos los riesgos para la salud humana del consumidor europeo (hasta el carácter cancerígeno o neurotóxico del producto) y la sostenibilidad en su obtención ya no son tan importantes. 

Además de ser uno de los líderes del mercado mundial de plaguicidas, la UE exporta a otros países, entre ellos a Turquía, sustancias que están prohibidas dentro de su propio territorio, pero, además, visto lo visto, no le importa que los ciudadanos de la UE estén expuestos a estas sustancias cuando consumen cítricos de origen turco. Este comportamiento puede ser legal, aunque, desde luego, es poco ético en el mejor de los casos y, sobre todo, es incompatible con la defensa a ultranza de los principios de la seguridad alimentaria.

Se debe exigir a los productos importados el respeto de los mismos niveles de LMRs que los que se han impuesto a los productores comunitarios. O para todos o para ninguno. Es necesario proponer medidas para garantizar que las importaciones cumplen normas equivalentes a las de la UE. Algo se está avanzando en este campo. El ejemplo de ello es el nuevo reglamento que exige a una serie de productos que no hayan contribuido a la deforestación. Es una decisión polémica, muy mal recibida por algunos importantes socios comerciales de Mercosur pero que está amparada por unos compromisos internacionales de lucha contra la deforestación. También es posible incorporar cláusulas espejo en los tratados comerciales que firma la UE, tanto en los nuevos, como en los hoy vigentes cuando se revisen. 

Conclusiones

La probabilidad de entrada y establecimiento de plagas y enfermedades es extremadamente grave para la citricultura española y comunitaria que no dispondrá de productos fitosanitarios para su control en el contexto actual del Pacto Verde europeo, de producción sostenible y estrategia ‘De la granja a la mesa’ y sus objetivos cuantificados de reducción del 50% del uso de los plaguicidas químicos en siete años. Nuestro marco regulatorio (exigencias ambientales, fitosanitarias y de seguridad alimentaria) es de los más exigentes del mundo en el marco de la transición agroecológica. Necesitamos que nuestros ciudadanos y consumidores se encuentren seguros, pero también nuestros agricultores y nuestro sector agroalimentario.

Compartiendo la necesidad de racionalizar el uso de pesticidas en la agricultura, nos parece necesario: primero, cuantificar con los estudios científicos necesarios las consecuencias de todo tipo que la eliminación de materias activas actualmente aprobadas puede tener, no solo para poder efectuar el control de plagas y enfermedades, sino para ser capaces de medir las resistencias transversales que puedan generarse, y segundo, sobre todo poder evaluar adecuadamente los tiempos de la transición, de forma que pueda compaginarse el avance de la lucha biológica todavía incipiente, con una paulatina retirada de aquellas materias activas más perniciosas y con el mantenimiento de los instrumentos químicos de control necesarios para garantizar el nivel de calidad del producto que el consumidor europeo demanda. Si no ajustamos bien los tiempos de la transición fitosanitaria corremos el riesgo que eliminemos lo viejo y contaminante sin que todavía esté disponible lo nuevo y más sostenible, y ese desacoplamiento va a suponer unos costes adicionales que tendrán que asumir el productor y el consumidor comunitario, sin que nadie les haya advertido anticipadamente.

Todos los productos importados en la UE deben haber sido producidos en las mismas condiciones a las que tienen que someterse los agricultores y ganaderos europeos. Por eso, tenemos que conseguir que en todas las negociaciones comerciales en curso se asegure ese elemento necesario de reciprocidad. La CE está atando de pies y manos a los agricultores comunitarios, desproveyéndolos de herramientas de producción, poniéndolos en una situación de competencia desleal para echarlos del mercado de la UE, su mercado natural y ¡kilómetro cero’ (mercado de proximidad). En suma, la pérdida de competitividad del sector primario en nuestro propio mercado y las grandes asimetrías en las condiciones de producción. 

La credibilidad no se concede, se gana, y el respeto a los principios se demuestra con los hechos y con la coherencia en las actuaciones, y la UE no está siendo congruente entre lo que predica y lo que hace.

(*) Presidenta de Intercitrus y del Comité de Gestión de Cítricos

Acceso al artículo de opinión en las páginas 6-7 del ejemplar de Valencia Fruits. 

Acceso íntegro al último ejemplar de Valencia Fruits.