Roger Llanes: “Nuestro papel es incentivar, impulsar y regular la adecuación de nuestra producción al mercado”

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Roger Llanes, Secretario autonómico de Agricultura y Desarrollo Rural de la GVA, define la estrategia de la Conselleria para asentar las bases de futuro de un sector clave para la economía valenciana

Roger Llanes señala los retos a los que se enfrenta el sector citrícola valenciano y las líneas de trabajo para mantener su posición a nivel mundial. / RF

Raquel Fuertes. Redacción.

Roger Llanes, después de cinco años al frente de la DG de Agricultura, Ganadería y Pesca, asumió en diciembre la responsabilidad de secretario autonómico. Conocedor del sector tanto por su experiencia en la Administración como por su condición de ingeniero agrónomo, Llanes analiza pormenorizadamente la situación de la citricultura valenciana cuando se inician mesas de trabajo con el sector. Con un planteamiento pragmático, buscando asentar las bases de futuro de un sector clave para la economía valenciana, tras evaluar los retos y amenazas, la solución pasa por el trabajo conjunto con el sector. Un trabajo fundamentado en un profundo conocimiento de la realidad citrícola valenciana y de las tendencias económicas, agronómicas y de mercado con el objetivo de consolidar un liderazgo de décadas.

Valencia Fruits. La Conselleria ha constituido dos mesas de trabajo con representantes del sector agrario valenciano: estructuras agrarias y cítricos; ¿cuáles son los objetivos de estos grupos de trabajo?

Roger Llanes. Tanto la mesa de cítricos como la de estructuras agrarias estaban entre los planes de la Conselleria desde el principio de la legislatura. La mesa de estructuras pretende acelerar los trabajos de transformación de las estructuras que identificamos en la anterior legislatura, constatando que tenemos un problema con las estructuras de producción. Aprobamos la Ley de Estructuras Agrarias en 2019, ya se ha publicado una primera medida y ahora pretendemos intensificar y avanzar en otras herramientas, incluidas en la Ley, que permitan resolver el problema de minifundismo y parcelación de la Comunitat. Pretendemos evitar que se acentúe una estructura que es contraproducente incluso en la obtención de ayudas de la PAC, por mencionar algo muy actual. Con estos mimbres tenemos difícil competir en las mejores condiciones y hay que cambiarlos.

La mesa citrícola, por otro lado, parte de un análisis que se ha ido realizando para detectar deficiencias que tenemos en materia citrícola. Contando con que la primera es la deficiencia estructural, podemos incluso afirmar que tenemos dos citriculturas diferentes. Una con estructuras mucho más modernas, adaptadas para la mecanización y las economías de escala y otra tradicional, con mucha parcelación, que cada vez va creando más problemas a los propietarios. Esta última es la que más está viviendo, además, el problema del abandono de tierras. El principal problema subyacente es la pérdida de rentabilidad: nadie abandona un cultivo si tiene retornos económicos. Estamos buscando opciones para aumentar la rentabilidad y facilitar la incorporación de jóvenes y la dinamización del cultivo. Para conseguirlo hay que empezar por la estructura y continuar por el producto que vas a cultivar.

Rentabilidad: “El principal problema subyacente es la pérdida de rentabilidad: nadie abandona un cultivo si tiene retornos económicos. Estamos buscando opciones para aumentar la rentabilidad y facilitar la incorporación de jóvenes y la dinamización del cultivo”

VF. ¿Y cuál es la situación de partida del sector citrícola en la Comunitat Valenciana?

RL. Podemos hablar de un monocultivo que pierde fuelle. Desde el año 2000 todos los años tenemos una pérdida efectiva de superficie citrícola. Bien por abandono, bien por dedicarlas a cultivos alternativos (en su momento el caqui, el granado o ahora el aguacate). Lo cierto es que asistimos a una pérdida de potencial al pasar de más de 191.000 hectáreas en 2000 a 159.000 en 2020. La superficie subió al incorporarse las mandarinas tempranas y, coincidiendo con su declive, ha ido descendiendo.

También hay que ver cómo continuar con nuestro principal cultivo. Siempre se ha sido muy dinámico, pero los medios que servían hace 20 o 30 años no sirven ahora. Pensábamos que la competencia iba a ser Israel o Marruecos, pero con lo que nos hemos encontrado es con Egipto, Turquía y Sudáfrica, donde ya hay plantaciones intensivas, enormes, muy modernas y con pies jóvenes. Nosotros, en cambio, tenemos un problema de plantaciones envejecidas, las inversiones se ralentizan y surge la necesidad de reestructurar nuestro mapa varietal para adaptarlo a las necesidades de comercialización. Volvemos a tener necesidad de capital para la mejora de estructuras, capital para mejoras varietales y capital tecnológico para mejorar procesos. Aunque no hay que olvidar que mantenemos o incluso incrementamos nuestras exportaciones.

Mapa varietal: “Se trata de adaptar las variedades que queramos introducir en la zona más adecuada (…) Creemos que el camino está en alargar la segunda parte de campaña. (…) Si nuestras variedades están más adaptadas a lo que nos pide el mercado se supone que seremos capaces de venderlas a mejor precio”

VF. ¿En qué consiste este mapa varietal del que se viene hablando desde hace años y cuyo proyecto se ha retomado?

RL. No se trata de un mapa geográfico. Nos referimos a tener un buen conocimiento de las producciones que tenemos y dónde están dispuestas para poder actuar en consecuencia. Y, en la medida de lo posible, intentar adaptar las variedades que queramos introducir en la zona más adecuada dentro de nuestra geografía. Siempre trabajando en función de su época de comercialización. De nada sirve tener una variedad muy buena concentrada en un momento de la temporada si el resto del año no tenemos nada que ofrecer. O tener una variedad muy concentrada en una única parte del territorio sin explotar todo su potencial productivo o comercializador. En nuestro caso nos hemos centrado, sobre todo, en naranja y mandarina. La estructura varietal del limón no está teniendo, por ahora, estos problemas.

Pinyolà: “Estamos intentando que lleguen a un acuerdo. (…) No podemos arriesgarnos a ese enorme problema de depreciación comercial. Pero hemos de mejorar las posiciones de los apicultores”

VF. A la hora de plantear este mapa, ¿qué es lo que ha llevado a pensar a la conveniencia de alargar la campaña en su parte final? 

RL. Nos encontramos en los últimos años con el solapamiento con la campaña del hemisferio sur y, además, con que las variedades de primera parte de la temporada presentan un desequilibrio en cuanto a producción. Clemenules y Navelina no alcanzan las cotizaciones deseables y muchas veces, como ha sucedido este año, su calibre y su condición no son las más idóneas para competir con esas importaciones. Del millón y medio de toneladas de mandarinas, incluyendo híbridos, que se producen casi 600.000 son Clemenules. Hay preponderancia de una única variedad y concentrada en el tiempo. Además, aunque tiene muy buenas condiciones, sufre mucho con el clima.

Cuando se intentó alargar la campaña con variedades extratempranas se vio que no funcionaban, tanto por problemas propios del cultivo como por no tener la relevancia comercial que se les suponía. En cambio, tenemos un hueco por detrás, a pesar de competir con países como Egipto, Túnez o Turquía, porque en ese momento contamos con una demanda más activa. Podemos recordar como la Valencia, en un primer momento y aunque fuera pensando sobre todo en los zumos, y algún híbrido ya optaron por alargar por esa segunda parte. Creemos que el camino está en alargar esa segunda parte de campaña y para ello hay que estructurar el calendario varietal de otra manera.

En la mesa de cítricos también están presentes las comercializadoras y la mayor parte coinciden en la excesiva concentración de la primera parte de la temporada y que detectan un déficit de producto para salir al comercio en condiciones en la parte final de la segunda parte de la temporada. Dada esta situación, creemos que es lógico trabajar en la línea de poder proporcionar la mejor oferta al mercado en cada momento. Si nuestras variedades están más adaptadas a lo que nos pide el mercado se supone que también seremos capaces de venderlas a un mejor precio. Hay que ver cuál es la variedad más idónea en cada circunstancia. Al final el productor tiene que tomar su decisión teniendo en cuenta su rendimiento comercial.

Llanes es secretario autonómico desde diciembre de 2020, aunque ya era director general desde la anterior legislatura./ RF

VF. ¿Y cuál es el papel que desempeña la Conselleria en el apoyo al sector y en el desarrollo de este mapa?

RL. Nuestro papel es incentivar, impulsar y regular, en algún caso, la adecuación de nuestra producción al mercado, dentro de nuestras posibilidades. Y para ello contamos, entre otras herramientas, con la aportación del IVIA, tanto en know how, conocimiento y tecnología como en la implantación de nuevas variedades, si se diera el caso.

Vía de soluciones: “Trabajo. Estrategia conjunta, una planificación a medio plazo, como mínimo, donde se incluyan incentivos por la vía de subvenciones, pero no solo eso, también trabajo con institutos científicos para lograr capital tecnológico”

La Conselleria tiene que apoyar a los pequeños propietarios asentados en minifundios con una estructura varietal y unas plantaciones muy envejecidas, con altos costes de producción, que sufren el problema de la baja rentabilidad y que suponen el 60% de nuestra producción. Pero también al 40% restante. Se trata de que no se acabe perjudicando nuestras posiciones comerciales. No hay que olvidar que somos pioneros y dominamos el mercado. También hay que tener en cuenta que hay un trabajo más comercial, el trabajo de Intercitrus, la IGP, el trabajo a nivel de Bruselas con nuestra posición con respecto a los acuerdos comerciales, el trabajo de diferenciación de nuestra producción…

VF. ¿Cuál es la agenda prevista para la mesa citrícola?

RL. Se están intercalando reuniones de las mesas de estructuras y cítricos. En cítricos continuamos este mismo mes con nuevas variedades y nuevas tecnologías. Después se va a tratar la diferenciación en la calidad y la agricultura ecológica. También se va a hablar de cultivos emergentes y de la ordenación de cítricos, sin descartar otras cuestiones. Es un programa abierto. Esta mesa pensamos que va a ser a más medio plazo para tener más tiempo de análisis y propuesta de alternativas.

VF. Uno de los problemas ya históricos de la citricultura valenciana que ha vuelto a la primera plana de la actualidad es el miedo a la pinyolà. El sector apícola y los citricultores han mostrado sus desavenencias, ¿cuál es la situación real y en qué línea pueden ir las soluciones?

RL. Es un tema viejo que tenemos que solucionar. Son intereses privados antepuestos de dos colectivos diferentes. Los citricultores no siempre están dispuestos a prestar sus árboles para que las abejas pecoreen en ellos como se hacía hasta hace 20 años. Pero cuando esa actividad de las abejas indujo la polinización en el momento en que empezaron a proliferar los híbridos y se produjo la catástrofe comercial de la pinyolà, entonces nos encontramos con el problema. Y el sector citrícola actual está preocupado por si hay una mala ‘desescalada’ y podemos encontrarnos con una nueva pinyolà. La opción es proteger los intereses de los citricultores al tiempo que se intenta mejorar la posición de los apicultores. Desde la Conselleria ya llevamos tiempo trabajando en esto y estamos intentando que lleguen a un acuerdo. Hemos ido aumentando poco a poco las hectáreas disponibles para los apicultores, pero aún hay margen. Aunque también es cierto que a nosotros nos llegan cada año pocas referencias de conflictos. Con el conocimiento del mapa varietal se ampliará el acceso de los apicultores, manteniendo las garantías de que no va a haber pinyolà. No podemos arriesgarnos a ese enorme problema de depreciación comercial. Pero hemos de mejorar las posiciones de los apicultores.

Organización: “Tenemos un problema acuciante de organización del sector y de vertebración.(…) Es esencial vertebrar el sector y que Intercitrus sea ese interlocutor y actor principal que nos hace falta”

VF. ¿A qué retos se enfrenta hoy la citricultura valenciana?

RL. Hay que enumerar una serie de factores. Ninguno de ellos puede solucionar por sí mismo la citricultura y si falta uno de ellos no vamos a tener futuro. Uno de ellos es las estructuras. Básico. La reordenación varietal. La reordenación citrícola. Asegurar el abastecimiento suficiente de agua de calidad. Y solucionar el problema de incorporación de tecnología. Estos serían los problemas de producción. 

Pero luego tenemos un problema acuciante de organización del sector y de vertebración. Que sea un único sector, con una sola voz, con una sola organización (o que todas las organizaciones trabajen juntas con los mismos objetivos) que sea capaz de representar los intereses del sector de principio a fin. Y tenemos un ejemplo (aunque no vaya a nuestro favor) en la Citrus Growers Association de Sudáfrica, que nos ha enseñado cómo se pueden hacer muy bien las cosas para favorecer los intereses del sector en su conjunto, que es lo que tenemos que hacer.

Además, tenemos que ganar más mercados. Es tremendamente difícil, pero más del 90% de nuestros destinos son de mercado interior, o sea, la UE, aunque ahora con el Brexit quedará una parte en el Reino Unido. Y las otras exportaciones son casi residuales. Pero una citricultura como la nuestra creo que ha de seguir ese camino de expansión comercial.

Y, entre tanto, tenemos que diferenciarnos. El consumidor debe saber optar por productos de proximidad (cuesta mucho que vean los productos de otros países comunitarios como locales). Hay que diferenciar nuestros productos para que elijan un producto, europeo, valenciano, antes que egipcio o sudafricano.

VF. ¿Y eso cómo se consigue?

RL. Trabajando. Teniendo una estrategia conjunta, una planificación a medio plazo, como mínimo, y donde se incluyan incentivos por la vía de subvenciones, pero no solo eso, también trabajo con institutos científicos para lograr capital tecnológico… Nuestro problema ahora mismo es integrar capital tecnológico en muchas explotaciones. Hay explotaciones punteras, pero nuestro deseo no es solo incorporar tecnología sino también crear. Ahora mismo otros países nos exportan tecnología y eso hace que hace décadas las variedades extendidas fueran las nuestras (Valencia, Nules…) mientras ahora importamos variedades producidas en otros lugares. Y eso también es tecnología. También tenemos que mejorar nuestra promoción y nuestra diferenciación. Para ello es esencial vertebrar el sector y que Intercitrus sea ese interlocutor y actor principal que nos hace falta.

Campaña citrícola 2020-2021

Los datos que manejábamos al principio apuntaban a una campaña más larga en producción que la anterior, sin alcanzar los volúmenes de hace dos temporadas, pero nos estamos encontrando con que, efectivamente, hay más producción, pero menor de la que esperábamos. Las inclemencias meteorológicas que hemos tenido en la primera parte de la campaña hasta Navidad han provocado que de ciertas variedades haya habido menos oferta de la esperada. 

Aun así, en esta primera parte ha habido una cierta atonía en la demanda y unos precios que no han estado a la altura de lo que se esperaba. Se esperaba que el ‘efecto covid’ todavía tirara de la demanda. Pero no ha sido así y de lo que se está hablando es de un ‘efecto fatiga’ y, aunque sí que se esperaba por parte de todos los operadores que hubiese una búsqueda la vitamina C por parte del consumidor, lo cierto es que no se ha dado en la medida que ocurrió en la primavera pasada. Además, sumamos ciertas incidencias durante la campaña que también, de alguna manera, han desincentivado la demanda. Y un factor que nos estamos encontrando en los últimos años: la fruta sudafricana en su final de temporada se ha solapado a la nuestra, que aún no estaba en condiciones óptimas y ha contribuido a este arranque un poco lento de la campaña.

Fue sobre todo al llegar noviembre cuando hubo un bache importante. A finales de diciembre, con los fríos, empezó a recuperarse. Ahora, con la perspectiva que nos ofrece ya este mes y medio de esta segunda parte de la campaña nos estamos encontrando con mejores precios y una demanda más activa. Bastante diferente a la primera. Y con mejores perspectivas en todas 

La estrategia contra el Cotonet

 Las plagas son otro de los problemas a los que hay que dar respuesta cada campaña. Este año el Cotonet de Sudáfrica ha adquirido un protagonismo poco deseable. A la pregunta de cómo se está trabajando contra esta y otras amenazas biológicas, Roger Llanes señala que “hay un plan de acción que concernía al ministerio y a las cuatro comunidades productoras de cítricos (Andalucía, Región de Murcia, Comunitat Valenciana y Cataluña). La lucha se basa en tres estrategias: biológica (dispersión de Anagyrus Aberiae), química y feromonas. En el apartado de lucha biológica, en la Comunitat, a 15 de enero llevábamos 19 liberaciones de Anagyrus, sobre todo en La Plana, Camp de Morvedre, La Safor y Camp de Turia. Los insectos se están produciendo en las plantas de Almazora y en Moncada”.

Esta lucha contra las plagas conlleva unos costes adicionales que, al menos en parte, deben cubrir los productores, sobre cómo se financia esta triple vía de ataque contra el Cotonet, el secretario autonómico explica que “la parte de lucha biológica corre, íntegramente, por cuenta de la Conselleria. De otro lado, cada propietario financia el uso de químicos. Por nuestra parte, en ese aspecto, estamos investigando e informando sobre la eficacia de distintas sustancias activas sobre el Cotonet. En cuanto a las trampas de feromonas se ha hecho una declaración de emergencia por valor de unos 2,5 millones de euros. En este caso, esta aportación de la Conselleria representará el 50% de la financiación. El otro 50% de trampas lo ha de proporcionar el propio productor. Se trata de un sistema análogo al que se usa, por ejemplo, en el plan de lucha contra la mosca del olivo o con la Ceratitis”. 

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