El sector del kaki estudia cubrir los campos con mallas

Cuqui
DECCO PEPITA

Durante la asamblea anual, los asociados de AEKAKI buscan cómo asegurar la calidad de sus cosechas de los daños provocados por el granizo y el viento

Imagen de la asamblea de la Asociación Española del Kaki celebrada en Alginet. / ÓSCAR ORZANCO

Óscar Orzanco. Alginet.

Todos los años pasa algo que ‘enturbia’ el normal desarrollo de la campaña de kaki en la Ribera del Xúquer. En las últimas temporadas los episodios de granizo y viento han mermado las cosechas, reduciendo las expectativas comerciales del sector. En este contexto, los miembros de la Asociación Española del Kaki (AEKAKI) ya están analizando soluciones para hacer frente a los desafíos climatológicos que sufren en la zona y una de ellas es cubrir los campos para garantizar la cosecha e incrementar el volumen de fruta de primera categoría por hectárea. Una opción muy interesante sobre todo para aquellas empresas que comercializan la fruta en mercados extremadamente exigentes con la calidad como, por ejemplo, los destinos asiáticos.

Se trata de opción muy interesante (con un coste de entre 16.000 y 20.000 euros por hectárea), sobre todo para empresas que comercializan la fruta en mercados extremadamente exigentes con la calidad

Los asociados de AEKAKI celebraron el pasado 13 de marzo su asamblea y, entre otros puntos del día, analizaron el desarrollo del último ejercicio, marcado por los daños provocados por el vendaval vivido a comienzos de noviembre. La campaña arrancó con buenas perspectivas. Sin un volumen de cosecha excesivo, perfectamente gestionable, y sin nubarrones reseñables en el horizonte. Y todo iba bien. El primer tercio de la temporada se desarrolló con normalidad, ciñéndose a la programación prevista, con fruta de buena calidad y demanda en los mercados. Todo parecía funcionar de forma perfecta, hasta que esta situación ‘idílica’ la quebró el viento. La fuerte ventisca de la primera semana de noviembre rompió la calma. Se llevó por delante una parte de la cosecha que quedaba en los árboles y desajustó el desarrollo de la temporada.

Las intensas y continuadas rachas de viento dejaron su huella en las plantaciones de kaki de la Comunitat Valenciana, mermando tanto la calidad como la cantidad de fruta disponible para el resto del ejercicio. Se produjeron daños directos sobre el fruto, que recibió los impactos de las ramas, algo que provocó la depreciación comercial del género, o incluso la fruta acabó en el suelo. El vendaval redujo la disponibilidad de kaki de primera categoría, aumentaron las segundas, los costes se incrementaron en el campo y en los almacenes, y el final de la campaña se adelantó unas dos semanas.

Según se afirmó durante la celebración de la asamblea de AEKAKI, la campaña 2023-2024 ha sido la temporada con más segundas categorías que ha vivido el sector, y los costes de recolección se incrementan de forma notable cuando en los campos hay daños y los almacenes rinden a la mitad cuando existe mucha fruta de segunda categoría. Este no es el único ejercicio en el que han sufrido los efectos de la meteorología y han llegado a la conclusión de que los problemas climatológicos exigen una solución. Y la que barajan algunos asociados es cubrir los campos.

Hace algún tiempo ya se probó proteger con una cubierta algunos campos para ver los resultados. Pero se puso un tipo de malla muy tupida, en zonas donde había mucha humedad, y hubo problemas de hongos que manchaban la fruta porque faltaba aireación en la plantación. Sin embargo, actualmente los sistemas de protección de cultivos han vivido una gran evolución y ya existen tipos de mallas menos densas, que frenan el viento y protegen del granizo, pero dejan pasar el aire para mantener los cultivos en buen estado. Son cubiertas que pueden abrirse o cerrarse, y evitar problemas de manchado en la fruta por hongos como ocurrió en el pasado.

Cubrir los campos con mallas comporta varios beneficios. Entre ellos, permite obtener un mayor porcentaje de fruta de primera categoría y se garantiza la cosecha. Es decir, independientemente de la climatología reinante en la zona, va a haber fruta para cumplir con los programas de los clientes. Además, se reducen los costes, tanto de recolección como en la confección en almacén, al existir un porcentaje muy elevado de fruta de primera calidad. Y también hay que tener en cuenta que, aunque aún es rentable asegurar la cosecha, a medida que se producen más siniestros el coste del seguro agrario va subiendo.

Por todo ello, algunos asociados han comenzado a analizar la posibilidad de cubrir los campos con mallas, una operación que tiene un coste aproximado de entre 16.000 y 20.000 euros por hectárea.

“Hay que estudiarlo bien, pero estoy convencido que instalar mallas para proteger los cultivos es rentable. Estos sistemas aseguran un mayor aprovechamiento de la cosecha, con hasta un 95% de kaki de primera categoría. Y según los cálculos, en cuatro o cinco años la inversión realizada podría estar amortizada porque los precios de venta de la fruta de primera calidad son muy superiores al producto de segunda categoría. La diferencia puede ser de hasta 20 céntimos en cada kilo de fruta”, señala Pascual Prats, presidente de la Asociación Española del Kaki.

“En condiciones normales, yendo todo muy bien, en un campo se recolecta un 75% de kaki de buena calidad y un 25% de segundas categoría. Sobre todo para los productores y empresas que comercializan sus cosechas en mercados muy exigentes, como por ejemplo Asia, la única forma de garantizar una calidad Premium y mejores rendimientos es cubrir los campos con mallas que protegen el granizo y del viento, que se pueden poner y quitar. Por ello, actualmente, estamos viendo sistemas de enmallado para analizar cuál sería el más adecuado”, explica el presidente de AEKAKI. 

Para concluir la asamblea, representantes de las firmas Yara y Reemoon Sorting Spain informaron a los asociados sobre las soluciones que ofrecen sus compañías para el sector frutícola.

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