El consumidor austriaco apuesta por el producto fresco y regional, pero también por la innovación por lo que el desafío para España es saber adaptarse a un mercado exigente y en evolución
Nerea Rodriguez. Redacción.
Austria, uno de los países con mayor renta per cápita y nivel de vida de Europa, sigue sintiéndose orgullosa de su campo. En un contexto de industrialización avanzada y alto poder adquisitivo, el país mantiene una agricultura viva y valorada socialmente, con agricultores y ganaderos cada vez más jóvenes y comprometidos con la sostenibilidad. Es, de hecho, el Estado miembro de la UE con mayor porcentaje de superficie ecológica y uno de los que muestran más apoyo ciudadano al producto local.
En el territorio austriaco operan unas 105.000 explotaciones agrarias, ganaderas y forestales, de las cuales casi la mitad mantiene su actividad a tiempo parcial. Las producciones más relevantes son la leche, la carne bovina y porcina, los cereales, las hortalizas, el vino, la fruta, las aves y las oleaginosas.
Producción hortofrutícola
En el ámbito de frutas y hortalizas, la manzana, la pera y la fresa son los principales cultivos frutales, junto a otras frutas de temporada como ciruelas y cerezas. En hortalizas destacan patata, remolacha, zanahoria, tomate y lechuga, con una creciente orientación hacia la producción orgánica en tomate, lechuga, pimiento verde y pepino.
Coincidiendo con la festividad del Erntedankfest, AMA-Marketing ha hecho balance del consumo y la producción nacional con un mensaje claro: los austríacos siguen fieles a los productos frescos y de origen nacional. “Gracias al sello AMA, los clásicos del campo austriaco llegan cada día a la mesa con frescura y calidad comprobada”, señala su directora, Christina Mutenthaler-Sipek.
Dependencia exterior
Austria produce unas 317.000 toneladas de fruta y 721.000 toneladas de hortalizas al año. El grado de autoabastecimiento alcanza el 33% en fruta y el 55% en hortalizas, lo que deja espacio para las importaciones, especialmente en productos no tradicionales o fuera de temporada.
Algunos cultivos superan la demanda interna —como la zanahoria (90%), la col (80%) o la cebolla (129%)—, pero en fruta la dependencia exterior es notable. La manzana sigue siendo el pilar de la fruticultura, con más de 220.000 toneladas anuales, que cubren el 76% del consumo interno.
El resto del surtido —plátanos, cítricos, uvas, frutas de verano o tropicales— depende en gran medida de la importación, lo que abre oportunidades para los exportadores españoles en melón, sandía, fruta de hueso, cítricos y uva de mesa, productos donde España ya tiene buena imagen y fuerte implantación.
Manzana
La cosecha 2025-2026 se prevé en niveles normales tras un ejercicio anterior de menor producción, con unas 120.000 toneladas estimadas, suficientes para cubrir el consumo nacional. Las exportaciones, sin embargo, se verán limitadas —alrededor de 10.000 toneladas—.
“Tras un muy buen año, suele seguir uno más flojo; la manzana tiene un ritmo bienal muy marcado”, explica Ulrich Höfert, responsable de fruticultura de la Cámara de Agricultura de Vorarlberg. “Dicho esto, la cantidad de este año no está nada mal”.
Por regiones, Estiria presenta una cosecha reducida casi a la mitad respecto al año anterior, donde la protección contra heladas ha sido crucial: el 42% del volumen se ha obtenido en apenas el 8% de la superficie protegida. En Baja Austria, en cambio, la producción se ha mantenido estable y sin daños significativos.
La Oficina de Estadística de Turingia ha informado de mejores rendimientos frutales en 2025. Las manzanas alcanzan los 30 t/ha, un aumento del 33% respecto al promedio 2019-2024. Las cerezas dulces registran 6,9 t/ha (+34%) y las cerezas ácidas 11,7 t/ha (+39%), lo que sitúa al año de cosecha como uno de los más productivos de la última década.
Fresas
La temporada de fresas arranca oficialmente en mayo, aunque en abril ya se recolectan las primeras en túneles de plástico. Con temperaturas suaves y escasas precipitaciones, la campaña se desarrolla en buenas condiciones y alcanza su pico entre finales de mayo y principios de junio, con una duración media de tres meses.
La regionalidad es clave en este cultivo: el 62% de los hogares austríacos compra fresas casi exclusivamente de origen nacional, y el sello AMA garantiza la trazabilidad y la calidad del producto. En 2024, pese a las heladas tardías y a los extremos climáticos, la producción se mantuvo estable con 14.355 toneladas, un 8 % por encima de la media de diez años, representando la mayor parte de las berries nacionales (18.600 t en total).
Preferencias del consumidor
El mercado austriaco de frutas y hortalizas se caracteriza por un alto grado de madurez y un consumidor exigente, que combina la tradición de los productos locales con la curiosidad por nuevas tendencias. Según los últimos datos de RollAMA, las frutas más populares son el plátano y la manzana, aunque melones (+10,9%) y uvas (+9,8%) han registrado los mayores incrementos de consumo en el último año. En el caso de las hortalizas, destacan los tomates, cebollas y zanahorias, con crecimientos notables en pimiento (+14,1%) y champiñón (+9,4%).
Las diferencias generacionales también marcan la pauta del consumo. Los consumidores de más edad prefieren frutas clásicas como albaricoques, cerezas, ciruelas o clementinas, mientras que los jóvenes se inclinan por opciones más exóticas como aguacate, mango, frambuesa, arándano o melón. En el segmento de hortalizas, la demanda entre los menores de 40 años se orienta hacia productos asociados a estilos de vida saludables o internacionales —rúcula, boniato, maíz dulce, espinaca, acelga o pak choi—, lo que refleja un cambio de hábitos en favor de lo vegetal y lo global.
El interés por el producto fresco y de proximidad sigue siendo muy elevado: el sello AMA (rojo-blanco-rojo) continúa siendo un referente de calidad y origen certificado. A ello se suma un consumo cada vez más consciente y diversificado: el austriaco medio consume más de 120 kilos de hortalizas y unos 76 kilos de fruta al año. En conjunto, los datos apuntan a un mercado estable pero con espacio para innovar, especialmente en variedades premium, ecológicas y de conveniencia que respondan a las nuevas tendencias de salud, sostenibilidad y practicidad.
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