Cirilo Arnandis: “Cambio de discurso”

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El presidente de Frutas y Hortalizas de Cooperatives Agro-alimentaries, Cirilo Arnandis, opina sobre la productividad y la competitividad en el sector agroalimentario

Asamblea General ordinaria que Cooperatives Agro-alimentàries, celebrada el pasado 15 de junio en L’Alcudia (Valencia). / OO

Cirilo Arnandis (*)

Permítanme en esta ocasión que empiece este artículo hablando de mi libro, y es que Cooperatives Agro-alimentàries de la Comunitat Valenciana celebró el pasado viernes su Asamblea General ordinaria. Este hecho, que podría en principio interesar únicamente a los asociados de la organización que me honro en presidir, ha servido en esta ocasión para hacer un profundo análisis de la situación por la que atraviesa el sector, y sobre cuáles pueden ser posibles soluciones. Y es que esta Federación agrupa a cerca de 180.000 cooperativistas, siendo la principal organización sectorial valenciana. Ello la convierte en referente, y la obliga a tener que promover los cambios derivados del análisis de la situación para la consecución de su objetivo final, que no es otro que dignificar la labor del agricultor en los ámbitos social, medioambiental y económico. 

“El sector agroalimentario español va como un tiro, con datos cada vez mejores, pero como en todo en la vida, esta alegría va por barrios”

“Las grandes cifras del sector no hacen más que evidenciar un progreso superior al de la media de la economía española, pero también es cierto que nadie desciende a trabajar los datos relativos a la producción primaria con un grado de disección suficiente como para poner encima de la mesa la realidad del campo”

Estamos en un sector que maneja infinidad de datos que nos proporcionan una muy buena información. Así lo pudimos corroborar con la interesantísima intervención en el acto del profesor Joaquín Maudos, doctor en Ciencias y Empresariales y Económicas por la Universitat de Valencia, quien presentó un resumen de los datos más significativos publicados en relación con el sector agroalimentario español en el contexto europeo. Y sí, tal y como intuimos, los datos corroboran que el sector agroalimentario español va como un tiro, con datos cada vez mejores, pero como en todo en la vida, esta alegría va por barrios. Las grandes cifras del sector no hacen más que evidenciar un progreso superior al de la media de la economía española, pero también es cierto que nadie desciende a trabajar los datos relativos a la producción primaria con un grado de disección suficiente como para poner encima de la mesa la realidad del campo.  

“En empleo, nos movemos en el entorno del 12% de la ocupación española, un punto por encima de la media europea. Sin embargo, la mitad de ese empleo se genera en el ámbito de la comercialización y tan solo una cuarta parte en la producción primaria, donde los datos de envejecimiento y de ausencia de relevo generacional son más que preocupantes”

Así, y antes de mostrar algunos de los datos que más pueden llamar la atención, conviene recordar que España es el principal productor de cítricos y de frutas y de hortalizas de Europa, como también lo es de aceite de oliva, o de porcino en el sector ganadero. De ahí que de los buenos datos macroeconómicos en el ámbito agroalimentario, buena parte de ellos hay que apuntarlos al haber de nuestro sector. Así, en este contexto es cuando luce contar que la aportación del sector agroalimentario al PIB español está casi tres puntos por encima de la media europea, siendo la fase de comercialización la que más valor aporta. Por lo que respecta al empleo, nos movemos en el entorno del 12% de la ocupación española, un punto por encima de la media europea. Sin embargo, queda a las claras que la mitad de ese empleo se genera en el ámbito de la comercialización, y tan solo una cuarta parte en la producción primaria, donde los datos de envejecimiento y de ausencia de relevo generacional son más que preocupantes. 

El empleo de la industria y la comercialización tiene sentido en la medida que hay producción primaria, y la española presenta una productividad que dobla a la europea, con un coste laboral unitario significativamente inferior. Estos datos dejan mucho margen a la industria y a la comercialización española, más próximos a los parámetros europeos, y por tanto, con menos diferencial en lo que se refiere a la competitividad del sector en su conjunto. Este escenario permite que las cifras de exportación transiten por una senda creciente año tras año. Cada vez exportamos más, en valor y en número de empresas, incrementado el saldo comercial español respecto de las importaciones, lo que supone una inyección económica y de imagen para la economía española. Si bien es cierto que por delante del valor de nuestras exportaciones de alimentos tenemos países como Países Bajos, Alemania y Francia, España tiene el valor más alto de sus exportaciones agroalimentarias respecto de las exportaciones totales de bienes de cada uno de esos países.

Pese a estos datos, que ya quisieran para sí mismos muchos otros sectores de la actividad económica de nuestro país, lo cierto es que día sí, y día también, vemos en los distintos medios de comunicación protestas de colectivos de agricultores, y siempre por lo mismo, ausencia de rentabilidad. Así, pues, nos encontramos en un sector de contrastes, de tal manera que quien está presentando mejores datos en lo relativo a productividad y competitividad es quien está obteniendo peores rentas económicas por su actividad. Habrá que analizar si esta situación es debida al propio sistema o a errores propios, pero lo cierto es que hasta la fecha lo que prima es el discurso victimista que no va más allá de la denuncia de un hecho injusto. Los productores tenemos la fuerza de saber que tenemos a la opinión pública de nuestra parte, así como la razón de la denuncia, pero tan solo con ello no saldremos del atolladero. 

“Hay que pasar del discurso victimista a la acción y puesta en valor de medidas que nos permitan, además de seguir avanzando en productividad y competitividad, ganar peso en la cadena de valor”

“Hace falta una transición en la actitud de los representantes del sector, de tal manera que sin renunciar a la denuncia y a la reivindicación, se lancen mensajes de cambio y se deje de estar en contra de todo”

Hay que pasar de ese discurso victimista a la acción y puesta en valor de medidas que nos permitan, además de seguir avanzando en productividad y competitividad, ganar peso en la cadena de valor. Hace falta una transición en la actitud de los representantes del sector, de tal manera que sin renunciar a la denuncia y a la reivindicación, se lancen mensajes de cambio y se deje de estar en contra de todo. Bien es cierto que sin rentabilidad es muy difícil el cambio y que hay muchos elementos sobre los que hay que incidir para poder conseguirla. Los más destacables, una PAC inadecuada para nuestro sector, y de modo especial para agriculturas muy peculiares como la valenciana; un Pacto Verde que agrega competitividad a las producciones de países terceros; la Guerra de Ucrania, con los consabidos incrementos de costes y con el cierre de mercados atractivos como el ruso; el impacto de las plagas que nos viene de fuera y a las que Bruselas responde con restricciones de herramientas para su tratamiento; el clima, que está loco, con regímenes de temperaturas y de lluvias que generan problemas como la sequía, cuando no incertidumbre. Vamos, lo que venimos en llamar el cambio climático.

Si bien hay escenarios en los que nos asiste la razón, en otros, es nuestra iniciativa, la de los productores, la que nos debe de servir para garantizarnos un mejor futuro, y ahí estamos las cooperativas. En el escenario descrito, son necesarias para mantener la actividad agraria en nuestros pueblos y ciudades, para dinamizarla y modernizarla, para optimizar la producción conforme a las demandas de los mercados, para ofrecer oportunidades laborales, para dar cabida a jóvenes y mujeres en el sector, para reforzar la posición de los agricultores en la cadena, para proteger y vertebrar el territorio, para prestar servicios al conjunto de la ciudadanía y para muchas otras cosas más. Procesos de integración empresarial, junto con iniciativas de gestión en común de la tierra, que facilitan e impulsan el proceso de relevo generacional ordenado y efectivo, así como el hecho de ser agentes dinamizadores en el proceso de transición energética, a través del aprovechamiento de las ventajas que ofrece nuestra fórmula empresarial y de nuestra capacidad para impulsar Comunidades Energéticas Locales en el medio rural, son ejemplos claro liderados por el sector cooperativo en el entorno rural.

Tenemos una gran responsabilidad, sin duda, que asumimos con la mejor de las voluntades y que merece el reconocimiento de nuestros representantes políticos y del conjunto de la sociedad. Representantes políticos que en breve, es más que probable que sean otros, bien por designio de las urnas o por el propio relevo de las personas en la vida política. Ante quienes vengan, o quienes continúen si es el caso, debemos incidir en la necesidad de que la agricultura sea un tema de consenso y que el diseño y ejecución de las políticas agrarias sea una cuestión que trascienda los eventuales cambios de personas y de Gobiernos. Es necesario que quienes ostenten la responsabilidad política en este ámbito tengan un cierto conocimiento del sector, o al menos que gocen de un determinado peso político y que se puedan rodear de gente que conozca de qué va esto.

Para cerrar esta columna, permítanme que volvamos a hablar de nuestro libro. Durante estas semanas tendrán la oportunidad de ver, si no en directo, al menos en las redes sociales, una de las actividades que con más cariño hemos impulsado desde Federació para la promoción de los productos de origen cooperativo, dentro del marco de la iniciativa Mestres del Sabor. Se trata de La Orquesta del Sabor, un carrito con una serie de productos agroalimentarios con los que podrán ustedes hacer música si lo desean. Sí, como lo están leyendo, música. Una experiencia que combina tecnología, música y gastronomía y que, a través de la armonía entre estos elementos, pretende promover las bondades de los productos de calidad de origen cooperativo y las singularidades únicas de nuestro modelo de organización empresarial. Esto me invita a dejar una última reflexión: el tema de la promoción, en un contexto de descenso del consumo, y donde hay sustanciosos fondos europeos disponibles, debería ser uno de los elementos de consenso del propio sector.

(*) Presidente Frutas y Hortalizas Cooperatives Agroalimentaries

Acceso en la página 5 del ejemplar de Valencia Fruits. 

Acceso íntegro al último ejemplar de Valencia Fruits.